Cada escritor, tanto si se da cuenta como si no, plasma sus propias experiencias y prejuicios…
En todas las historias que producen, independientemente del tipo de libro del que se trate, por tanto, me aventuraría a decir que algunas de las experiencias más dolorosas en la vida de los autores, han alimentado algunas de las mejores historias que se hayan escrito jamás.
Por eso, hoy veremos una serie de libros cuyas historias, o al menos parte de ellas, surgieron a raíz de hechos fatídicos en las vidas de sus autores, tales como Harry Potter, la telaraña de Charlotte o el entrañable Winnie de Pooh.
Si os dais cuenta, todos estos títulos provienen de libros orientados a un público infantil, por lo que no podemos evitar desentrañar qué fue lo que movió a sus autores a escribir todas estas historias con un trasfondo trágico y oscuro:
1. Harry Potter: es producto de la muerte de la madre de JK Rowling.
Sin duda uno de los títulos preferidos por niños, y mayores, que comienza su historia con un doble asesinato y un intento de infanticidio. Pero JK Rowling no hizo a Harry huérfano porque terminase de ver un montón de películas de Disney, sino porque su madre murió cuando tenía 25 años, después de una larga lucha contra la esclerosis múltiple. La relación con su padre, ya de por sí bastante complicada, se vio perjudicada a raíz de la muerte de su madre. Esto podría explicar por qué James Potter, además de muerto, resulta un poco idiota.
Cuando El Cáliz de Fuego salió publicado, Rowling le dio a su padre una copia autografiada que decía: “con mucho amor de tu primogénita”. El viejo Rowling atesoró el obsequio durante tres años, antes de subastarlo por 48,000 dólares.
Tras la muerte de su madre, Rowling se casó y tuvo una hija. Después se divorció, perdió el empleo, cayó en depresión, vivió en la pobreza relativa, e incluso llegó a contemplar el suicidio. Este período inspiró a la autora para crear a los Dementores, los cuales son la personificación de la miseria que Rowling había estado experimentando.
Por eso es que, si prestamos atención, muchas de las cosas del universo Harry Potter están motivadas por la muerte: Voldemort está obsesionado con engañar a la muerte, Harry adquiere poderes especiales cuando sus padres son asesinados frente a él, la vida de Snape gira alrededor de su amor por una mujer muerta, y el absoluto baño de sangre en Las Reliquias de la Muerte, en el que mueren varios personajes principales.
Por supuesto, J.K. Rowling logró salir adelante, convirtiéndose en una máquina viviente de hacer dinero. En alguna ocasión ha confesado que lamenta no haberle dicho a su madre que estaba trabajando en Harry Potter y, al mismo tiempo, declaró que si su madre hubiera sobrevivido, el Harry Potter que conocemos hoy probablemente no existiría.
2. Los libros de Roald Dahl representan cada una de las tragedias de su vida.
¿No creéis extraño que cada uno de los libros de Roald Dahl tenga que ver con una infancia infeliz y destrozada?… El personaje del título de James y el Melocotón Gigante tuvo una vida perfecta hasta los 4 años, momento en el que sus padres fueron devorados por un rinoceronte que se escapó del zoológico y él fue enviado a vivir con una tía muy abusiva.
Lo mismo sucede con el niño de Las Brujas, ya que la historia comienza con un par de padres muertos. En Matilda, por ejemplo, es verdad que aunque sus padres están vivos, son horribles. Después la mandan a una escuela donde la directora lanza a los niños por las ventanas y les encierra en un cuarto oscuro si se portan mal.
Pero Dahl solo estaba siguiendo el clásico consejo de escribir de lo que sabes, que en su caso tenía mucho que ver con la muerte y la miseria. Cuando tenía solo tres años, Dahl tuvo que hacer frente a la muerte de su hermana y, pocas semanas después, a la de su padre. Su madre le envió a un internado en el que los niños eran azotados frecuentemente, y cuyo director era verdaderamente terrible. Probablemente, Dahl simplemente asumió que los padres fallecidos y los directores de escuela draconianos, eran experiencias que todos los niños del mundo compartían.
Con los años Dahl se casó y tuvo 5 hijos. Uno de ellos sufrió una lesión cerebral masiva, tras haber sido arrollado por un taxi; otra de sus hijas murió a la corta edad de 7 años, justo con la misma edad con la que había muerto su hermana y su esposa sufrió 3 derrames cerebrales durante uno de sus embarazos.
Los trágicos acontecimientos de la vida de Dahl le sobrepasaron, por lo que decidió desquitarse con su hija de 8 años, a la que le gritaba cosas tan monstruosas como “¿Por qué no puedes ser como tu hermana?”, refiriéndose a la hija que había fallecido.
Cuando su hija era una adolescente que luchaba contra una enfermedad mental, Dahl la metió en un internado y la consolaba diciéndole que no era como la gente normal, y que los psiquiatras solo eran unos farsantes y unos inútiles.
Al parecer una guerra, unos padres fallecidos, un internado terrorífico y los maestros abusivos, son capaces de inspirar a alguien para escribir historias sobre héroes fuertes, independientes e inspiradores, pero también son capaces de convertir a alguien en un padre monstruoso.
3. El Viento en los Sauces, de Kenneth Grahame, estaba dedicado a un hijo con tendencias suicidas.
Al principio, puede que los orígenes de El Viento en los Sauces parezcan completamente normales, incluso me atrevería a decir que adorables. Kenneth Grahame tenía un hijo, Alastair, al que todas las noches contaba historias inventadas por él. Sus personajes, aunque luego serían pulidos con el tiempo, provenían de todas estas historias. Tal era el amor que Grahame por su primogénito, que incluso le mandaba cartas con relatos escritos cuando se encontraba lejos de casa.
Sin embargo, Alastair nació con problemas de salud. Esto hizo que sus padres, además de considerarle un genio, se centraran en él de forma casi enfermiza. Se especula que el personaje del Sr. Sapo estaba basado en Alastair, lo que parece un tributo conmovedor si no pensamos que el Sr. Sapo, aunque amable e inteligente, era un bravucón malcriado e impulsivo que despilfarraba la fortuna de su difunto padre en pasatiempos excéntricos.
Quizá os parezca mal que se basara en su hijo, pero ¿y si os digo que Alastair desarrolló el extraño hábito de acostarse en las carreteras para propiciar accidentes?. También solía insistir con que le llamasen Robinson, algo que parece un acto de rebeldía adolescente inofensivo, hasta que descubres que el extremista político que intentó asesinar a su padre a balazos cuando trabajaba en el banco, se llamaba del mismo modo.
Con el tiempo, Alastair comenzó a resentirse por las historias de su padre, quien según su biógrafo, dejó de firmar las cartas dirigidas a su hijo porque “no era capaz de sentir afecto por un completo extraño”. Seguir escribiendo historias sobre hermosos roedores de felpa era algo que aparentemente podía continuar haciendo, y mucho más después del gran éxito comercial de El Viento en los Sauces. Pero ¿qué fue de Alastair?. Lamentablemente a la edad de 20, el joven se acostó sobre las vías del tren y permitió que uno de ellos le decapitara.
Para el Sr. Topo, otro de sus personajes más queridos, Grahame se inspiró en aquella vez que salvó a un topo de las garras de un ave rapaz. Después el topo se escapó y su ama de llaves lo hizo papilla, como si Grahame fuese una especie de antagonista del Rey Midas, quien tenía el poder de convertir en oro todo lo que tocara.
4. La Telaraña de Charlotte estaba basado en la obsesión de E.B. White por las arañas.
El libro, además de ser un clásico de la literatura infantil, narra la historia de una araña y un cerdo que viven obsesionados con el “tic-tac” de su propia mortalidad.
Su autor, E.B. White, quizá estaba tratando de enviar un mensaje sobre lo único que cuenta es lo que hay en nuestro interior, o tal vez estaba tratando de crear un libro que destacase por encima de los demás. O quizás simplemente plasmó su obsesión por las arañas. En efecto, el último motivo es el correcto.
White tenía un granero y una mañana vio una araña en él. En lugar de gritar, quemar el edificio entero hasta los cimientos y construir uno nuevo sobre las cenizas, como haría cualquier persona en su sano juicio, se dedicó a perseguir y observar a la araña y a su saco de huevos. La araña al final terminó muriendo, así que White decidió que sus bebés no merecían crecer sin una figura materna. De este modo guardó cuidadosamente el saco de huevos en una caja, y se lo llevó con él cuando se mudó a Nueva York por motivos laborales.
Unas cuantas semanas después, los huevos eclosionaron y White se deleitaba viendo a las diminutas arañas escabulléndose por todo el lugar. Las arañas anduvieron libres por su hogar durante 2 semanas, hasta que su criada le informó educadamente de que no estaba cobrando lo suficiente como para mantener limpio el gabinete de los horrores. Supuestamente White soltó a las arañas en las calles de Nueva York, pero estas volvieron a casa, porque eso es lo que hacen las arañas.
Y así fue como el autor desarrolló esta arácnida fascinación. White investigó a las arañas meticulosamente, y hasta escribió a su esposa un poema en el que pretendía ser una araña.
5. Donde viven los monstruos se aproxima bastante a la aterradora vida doméstica de Maurice Sendak.
El libro es un clásico indiscutible, y toda una genialidad, que cuenta la historia de Max, un niño que es mandado a la cama sin cenar después de hacer unas cuantas travesuras. En ese momento, emprenderá el viaje de su vida.
Los monstruos del título estaban inspirados por la extensa familia del autor Maurice Sendak. Sus tíos y tías, siempre que visitaban su hogar de la infancia, tenían la costumbre de pellizcar sus mejillas hasta que se ponían rojas. La experiencia resultó un tanto traumática para el joven Sendak, pues describe a sus familiares como “todos locos: caras locas y ojos salvajes”. Con el tiempo llegó a comprender que eran inmigrantes polacos que acaban de escapar de la Europa de 1930, en la que las cosas se estaban poniendo muy feas para ellos, pero es difícil apreciar estas complejidades sobre política internacional cuando se es tan pequeño.
Pero no eran solo los familiares polacos los que causaban problemas. Sendak insiste en que no habría producido la obra, si su vida doméstica no hubiese sido tan caótica. Su madre fue exiliada de Polonia el día que cumplía 16 años, por cometer el “crimen” de tener varias parejas sexuales.
Otro traumático acontecimiento tuvo lugar el día de su bar mitzvah, cuando su padre descubrió que toda su familia polaca había sido asesinada, Sendak describe a sus padres como “chiflados”, porque si tus padres no están un poco locos, probablemente no madures para hacer libros que, en sus propias palabras, “se niegan a ser partícipes de esa chorrada de la inocencia”.
6. Winnie the Pooh está basado en un oso real.
Winnie the Pooh proviene de una serie de cuentos para dormir que el autor inglés A.A. Milne le narraba a su hijo, protagonizados por su osito de peluche homónimo. Este, a su vez, fue nombrado así por Winnie, un oso real (y muy popular entre los niños) del Zoológico de Londres. El animal había sido una donación procedente de un soldado del ejército canadiense, que no podía llevárselo al frente de la Primera Guerra Mundial.
Lo llamó “Winnie” por su ciudad natal, Winnipeg. Sin embargo, “Pooh” era el nombre de un cisne que habitaba en un parque y del que el joven hijo del autor se hizo amigo. Nada haría sospechar que detrás de estas inocentes anécdotas habría algo oscuro, hasta que descubrimos que Winnie the Pooh arruinó las vidas de todos los involucrados.
A.A. Milne era un autor serio que había publicado varias novelas y estrenado varias obras de teatro. Después de lanzar la historia de Winnie the Pooh, se convirtió en “el autor de Winnie the Pooh”, arruinando cualquier posibilidad de publicar otro tipo de libros. Así pues, llegó a odiar tanto al oso que ni siquiera soportaba que lo mencionasen.
El libro también arruinó la vida del hijo del autor. Milne cometió el error de apodar al niño de la historia con el nombre real de su hijo. Que fuese conocido como “el niño de Winnie the Pooh”, fue una bonita experiencia cuando Christopher Robin era solo un niño, pero cuando creció se convirtió en el centro de muchas burlas.
Y, por si fuera poco, Winnie the Pooh también arruinó la carrera de su ilustrador, pues su trabajo para este libro eclipsó todo su otro trabajo como caricaturista político. Aún así, nos confesamos amantes acérrimos del libro.
7. Peter Pan se basa en el hermano fallecido que J.M. Barrie que intentó suplantar.
El autor J.M. Barrie fue el noveno de 10 hijos. Cuando tenía tan solo 6, su hermano mayor, David, se ahogó en un accidente de patinaje sobre hielo. David era el hijo favorito de su madre, así que para ayudarle a superar la pérdida, Barrie pretendería ser David -llegando a vestir sus ropas y adoptando su hábito de silbar-, lo que típicamente terminaba con la incontrolable decepción por parte de su madre. Como podéis imaginar, esto hizo maravillas para la autoestima del niño.
Esto parecía ayudar a su madre, pero se no puede suplantar a un hermano fallecido de 13 años para siempre. En última instancia, su madre se consolaba con el hecho que, en cierto modo, David era un niño que siempre sería joven y nunca se alejaría de ella.
Pero Barrie no inventó la historia de Peter Pan hasta muchos años después, cuando estaba atrapado en un matrimonio sin hijos y sin amor. Así que hizo lo que cualquier hombre solitario haría: se hizo amigo de los hijos de otra familia y escribió Peter Pan para entretenerlos. Varios de los personajes, incluyendo a Peter, fueron nombrados por estos niños.
Cuando sus padres murieron eventualmente se convirtió en su tutor, un honor del que Barrie se enorgulleció bastante. Sin embargo, tres de los cinco niños a su cargo tuvieron una muerte prematura. Básicamente, J.M. Barrie tuvo la niñez del protagonista de una novela de Charles Dickens y la vida adulta de un egiptólogo maldito.